Carta abierta al Presidente de Colombia, Iván Duque Márquez

Señor Presidente,

Las organizaciones y personas abajo firmantes, miembros de la Mesa Ecuménica por la Paz en Colombia – MEP, de comunidades eclesiales de base, de iglesias, congregaciones y organizaciones cristianas, fieles a nuestras creencias religiosas y espirituales, a los principios éticos que de ellas se derivan y a la misión que nos es propia en tanto Iglesia de los Pobres, reunidas en nuestro VIII Encuentro Nacional celebrado los días 15 y 16 de noviembre reciente, hemos dedicado buen tiempo a VER la realidad mundial y nacional, a  JUZGAR dicha realidad a la luz del evangelio y de la praxis liberadora de Jesús de Nazaret y de la doctrina social de la Iglesia, y a identificar el ACTUAR que se nos pide, entre ellos el deber de exigir a quienes tienen la responsabilidad de guiar los destinos del mundo y de nuestro país. Nuestra Misión y quehacer, en tanto Iglesia de los Pobres de Colombia, se centra en la denuncia profética de todo aquello que atenta contra la vida y la dignidad de la creación y en el anuncio de las transformaciones que se requieren para hacer realidad el Reino de Dios en la tierra que es el reino de la vida y no el reino de la muerte.

Señor Presidente: Hace 72 años, hoy 10 de diciembre de 2020, las naciones del mundo, que conforman la Organización de Naciones Unidas, firmaban y proclamaban la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Han sido 72 años de larga lucha de la humanidad por los derechos y la dignidad de los pueblos, para tratar de superar la pobreza, desigualdad, violencia, exclusión y discriminación. Derechos que hoy vemos gravemente amenazados en Colombia, por el mismo Estado que se vanagloria de ser firmante de la histórica Declaración.

VER

1. Vivimos una situación de crisis del sistema-mundo causada por el capitalismo salvaje y por el neoliberalismo en su expresión extractivista y devoradora de los principales bienes de la naturaleza que generan un desequilibrio ambiental y el riesgo de sobrevivencia misma de la humanidad. En Colombia, esto se concreta en el modelo de desarrollo que usted recoge en el PND 2018-2022 el cual prioriza la economía extractivista y agroindustrial, acentuando la acumulación de capital y mayor concentración del poder corporativo de las grandes empresas nacionales y transnacionales en detrimento de las economías campesinas, de las iniciativas de economía solidarias y de soberanía alimentaria.

2. Vemos el desprecio y el odio de su gobierno y su partido -el Centro Democrático- por los pobres que habitan la periferia de las grandes ciudades y de nuestras zonas rurales, especialmente a los indígenas, afrocolombianos, campesinos, mujeres y víctimas del conflicto. Varios miembros de su partido que se desempeñan como senadoras y senadores han explicitado el racismo y discriminación hacia estas poblaciones. Este rechazo deliberado a los pobres, denominado por Adela Cortina como “aporofobia”, consiste en marginar a quienes son considerados un estorbo o un “enemigo social” por sectores con ideología de derecha y que ejercen algún tipo de poder en el Estado o en la sociedad.

3. Vemos avanzar una tendencia negacionista de la realidad, de la verdad, del conflicto y, a la vez, se promueven relatos que instalan mentiras, información parcial, tergiversación de los argumentos para hacerlos aparecer como las verdades que deben ser aceptadas por todas y todos los colombianos. Este negacionismo, propio de los regímenes autoritarios, ha sido manifiesto por ministros de su gobierno, por el director del Centro Nacional de Memoria Histórica, por mencionar sólo algunos.

4. Constatamos, con tristeza y horror, que no se detiene el exterminio de líderes y lideresas sociales, defensores de derechos humanos. Durante sus dos años de gobierno, Presidente Duque, han sido asesinados 473 líderes (250 en 2019 y 223 hasta octubre de 2020). Entre enero y octubre de 2020 se cometieron 68 masacres en las que murieron 270 personas. Desde la firma del Acuerdo de Paz se han asesinado 232 de sus firmantes. Contrario a esta parte realidad, el ministro de Defensa, la ministra del Interior y la alta consejera para los Derechos Humanos consideran que los asesinatos de líderes han disminuido, usted mismo dijo públicamente que en “en Colombia no hay masacres sino homicidios colectivos” y que los asesinatos tienen como motivación el narcotráfico. Nuevamente se niega y se reduce la realidad, tergiversando así la verdad.

5. Vemos el poco avance en la implementación del Acuerdo de Paz. El Instituto KROC en su último informe de seguimiento señala cómo en los dos años de su gobierno solo se ha avanzado en un 6% de implementación, unido a los obstáculos que desde diferentes instancias de su gobierno se han puesto al Acuerdo. Sus actitudes como mandatario simulan un compromiso con la implementación de la paz, mientras el jefe de su partido (expresidente Uribe) propone un referendo para acabar con la JEP.

6. Identificamos con asombro cómo desde el Ejecutivo se está desinstitucionalizando el Estado social y democrático de derecho, concentrando el poder y desvirtuando la democracia. Para ello, Usted ha utilizado la situación de crisis sanitaria por la pandemia del Covid-19 para dictar una serie de decretos, varios de los cuales no corresponden específicamente a atender la crisis sanitaria, sino a limitar libertades y garantías ciudadanas, retroceder en el goce y acceso a derechos. El control del poder en manos del Ejecutivo se ha logrado a través de los recientes nombramientos en los organismos de control (Procuraduría, Defensoría, Fiscalía). La agenda política que propone su jefe político, el expresidente Uribe, en el documento de referendo, llevaría a la adopción para Colombia de un modelo de Estado de Opinión en contra del Estado social y democrático de derecho y los limites absolutos a la democracia liberal, con lo cual se consolidaría un Estado autoritario, bastante cercano a los modelos fascistas. Usted, señor Presidente, está debilitando la democracia colombiana al eliminar el mecanismo de pesos y contrapesos y las instancias que juegan un papel de “arbitrios” en un Estado de derecho en cualquier democracia.

7. Constatamos una utilización política de las manifestaciones religiosas y de los sentimientos religiosos de la mayoría del pueblo colombiano, favoreciendo el ascenso de una bancada evangélica con tendencias neoconservadoras que defienden lo que llaman bien común, autoridad, legitimidad, mientras se oponen a debates y a inclusión de sujetos de las diversidades étnicas, de género, sexuales, de preferencias afectivas y refuerzan el racismo, el patriarcalismo, el teísmo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia y las discriminaciones

JUZGAR

1. Desde nuestras opciones y lecturas cristianas y de fe de la realidad, el capitalismo y el modelo económico adoptado por su gobierno en el Plan Nacional de Desarrollo no son un plan de vida. Como bien lo señala el cientista social y teólogo Frank Hinkelammert, se nos ha puesto a escoger entre la vida o el capital. Nosotros optamos por la vida digna.

2. Nuestro mandato como organizaciones cristianas de base y nuestro enfoque ecuménico es servir a la vida. Con ello expresamos nuestra convicción de ir más allá́ de una visión meramente jurídica de los derechos y de poner en el centro la vida amenazada, el derecho de los pobres a la vida, de ellos a quienes el capital odia y rechaza.

3. Creemos en la vida como concepto integral que incorpora también la vida de la naturaleza. Las posibilidades de una vida íntegra y digna dependen de nuestra armonización con la naturaleza, de su protección integral. La encíclica del papa Francisco Laudato Sí, al igual que el Sínodo y Foro Panamazónico, marcan un horizonte de sentido de lo que sería una vida integral y la necesidad de repensar un sistema-mundo que introduzca la justicia ambiental como un derecho fundamental de la naturaleza y de los seres humanos.

4. Nos preocupa que, en consonancia con las transnacionales, los gremios económicos de Colombia se opongan a la firma del Acuerdo de Escazú́ y a la firma en la ONU de un Tratado Vinculante para el tema de Empresas y Derechos Humanos y que usted se declare del lado de tales posturas, sin correspondencia con la verdad y con base en interpretaciones tergiversadas de la esencia misma de dicho Acuerdo.

5. La tendencia hacia la concentración del poder y hacia las ideologías autoritarias, además de cercenar los principios fundantes de la democracia liberal, entienden el poder como un todo. En nombre del todo del poder se divinizan los intereses y se les persigue como valores absolutos que se imponen a la sociedad, al tiempo que aniquilan cualquier actividad (o sujeto) que se oponga al sistema. Colombia vive ya un largo periodo de polarización, macartización, estigmatización, judicialización de sectores y opiniones críticas al modelo y al sistema de poder. Se han “endiosado” liderazgos que se creen con facultades por encima del Estado para decidir los destinos de todo un pueblo.

6. Tenemos que recordar que un punto de referencia de nuestra fe cristiana es que el “Dios Yahvé escucha los gritos de los esclavizados, oprimidos y pobres, y los libera de las manos de los esclavizadores, opresores y ricos; Yahvé Dios, Dios de la vida, desenmascara a los dioses legitimadores del poder y la riqueza revelándolos como ídolos sedientos de sacrificios humanos, y los desafía. Esta es la perspectiva esencial en la que se sustentan todas las tradiciones bíblicas desde la liberación de los hebreos de Egipto” (ver Éxodo 3).

6. Hay mucho Estado para unos, pero demasiado poco Estado para otros. No se quiere reconocer los derechos de las víctimas del conflicto armado, del cual el Estado también es responsable, pero sí se colocan todos los esfuerzos para defender a los militares, actores políticos y agentes del Estado que también están involucrados en graves hechos de violencia política. No se respetan los derechos de las comunidades étnicas afro e indígenas y las comunidades campesinas a la consulta previa y a las consultas populares cuando se van a implementar proyectos extractivos, de fracking y de agroindustria en sus territorios, pero sí se entregan licencias y títulos a las grandes compañías extractivas de recursos naturales. En la pandemia del Covid-19 los recursos no se han destinado correspondientemente con el déficit histórico y estructural de infraestructura en salud, como en los casos de territorios de comunidades indígenas y afrocolombianas, o de los impactos y necesidades diferenciadas de las mujeres como las mayores cuidadoras de la vida.

7. Vivimos una emergencia humanitaria compleja en el país. El escalamiento del conflicto armado y la expansión de las violencias, sumado a la crisis sanitaria, está poniendo en serio riesgo de extinción y/o supervivencia a algunos grupos humanos y comunidades; todo ello se agrava con el asesinato sistemático de líderes y lideresas étnicas, sociales y defensoras de derechos humanos y del ambiente y firmantes del Acuerdo de Paz. Usted como Presidente de Colombia y en cumplimiento del mandato constitucional de preservar la vida y honra de los ciudadanos, no puede seguir dejando que esto avance. Usted tiene todas las herramientas constitucionales para garantizar la protección de todas las vidas.

ACTUAR

1. Todos tenemos que actuar. Haciendo nuestra parte en tanto pueblo creyente de Colombia, le exigimos, Señor Presidente, cumplir con el juramento y deber de garantizar el Estado social y democrático de derecho y defender la democracia en Colombia

2. Le exigimos cumplir a cabalidad con la implementación del Acuerdo de Paz, en el marco de los compromisos asumidos, en nombre del Estado, tanto con las FARC como con la sociedad colombiana quien participó en dicho Acuerdo con innumerables propuestas y ha participado en la elaboración de iniciativas y proyectos respecto de los diferentes puntos del mismo, como los PDET y PNIS y con la comunidad internacional garante del Acuerdo y comprometida política y financieramente con su implementación. Retomar las conversaciones con el ELN es un imperativo para avanzar hacia la paz completa y responder al llamado del Consejo de Seguridad de la ONU de un cese al fuego humanitario, de carácter global, en este contexto de pandemia a causa del Covid19.

3. Le exigimos garantizar la protección y la defensa de los derechos de las lideresas y los líderes sociales, de los firmantes del Acuerdo de Paz y de los líderes de la oposición, agilizando y haciendo eficaces los mecanismos existentes para tales fines.

4. Le exigimos parar la tendencia desinstitucionalizadora y desmanteladora del Estado social y democrático de derecho, el socavamiento de la democracia que retrocede las garantías y libertades ciudadanas y el acceso a derechos fundamentales y entroniza en Colombia un régimen autoritario de corte “civilista”.

Atentamente,

Personas

  • Fredis Sandoval, El Salvador
  • Juan Esteban Martínez Guerrero
  • Luz Dary Guerrero Ramírez
  • Olga Lucia Álvarez Benjumea
  • Gisela Huertas Torres, Religiosa Hija de la Sabiduría
  • Silvia Aristizábal López, Teóloga, Sembradora de la UPP
  • Lorena Libertti Murillo, sembradora de la UPP
  • Sol Ángela Hoyos Pérez. MEP y COMOSOC
  • Juan Sebastián López, EPITEO.
  • Omar Fernández Obregón
  • Ancízar Cadavid Restrepo, sembrador de la UPP y EPITEO
  • Josefina Perdomo Rivera
  • Diego Pérez Guzmán

Organizaciones

  • Mesa Ecuménica por la Paz – MEP
  • Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia – COMOSOC
  • Organización Mujer Misterio de Amor que da Vida a la Vida – MUMIDAVI
  • Universidad Popular de los Pueblos – UPP
  • Escuela Popular Itinerante de Teologías y Espiritualidades Desde Abajo – EPITEO
  • Asociación de Presbíteras Católicas Romanas.

1 comentario en “Carta abierta al Presidente de Colombia, Iván Duque Márquez”

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